sábado, 23 de enero de 2010

Un cadáver en las sombras













Alojado pétreo cuerpo en las penumbras del olvido,

las tinieblas lo abrasaban con su gélido respiro,
yaciendo indolente y áspero, como tronco desvestido,
se perdía su fría mirada en un abismo depresivo.

De aquel claustro tenebroso que clausuro su destino,
brotaba la gris fragancia del hedor a muerto vivo.
Sus brazos dos flores secas que flotaban el piso,
sobre un charco de recuerdos que escapaban con sigilo.

Que de abyectas emociones era adicto y fiel amigo,
murmuraban las penumbras que lo vieron sumergido,
en el llanto lastimero que ahogaba sus añoranzas,
y sus miles de esperanzas fallecidas en el nido.

De su trágica existencia se mostraban los vestigios,
que una noche de catarsis termino como un suicidio.
Y aquel pecho vacio donde cabía el universo,
se lleno de vida fresca que se tragaba los restos.

Lúgubre y salvaje escena que jamás olvidaran,
aquellas pesadas sombras que observaron lo ocurrido,
que aunque lo clamen llorando en su cruel eternidad,
la marca de ese hombre muerto no la borraran jamás.

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